La vacunación contra la COVID-19 reduce en gran medida el riesgo de desarrollar complicaciones graves por la COVID-19, especialmente en personas con condiciones médicas subyacentes. En consecuencia, un número menor de pacientes con la COVID-19 desarrollaría una infección bacteriana secundaria, que puede necesitar tratamiento con un antibiótico.
Al prevenir enfermedades severas, la vacunación contra la COVID-19 reduce la necesidad de antibióticos en pacientes en riesgo y también reduce el uso inadecuado de antibióticos para infecciones virales graves que no requieren ni se benefician de los antibióticos.