Como en caso de cualquier vacuna es imprescindible monitorizar atentamente la seguridad y la eficacia de las vacunas frente a la COVID-19 una vez comienzan a administrarse en la población general. Si el problema se reporta después de la vacunación, las autoridades sanitarias realizarán una investigación rigurosa para evaluar si el efecto secundario reportado está relacionado causalmente a la vacunación.
Durante estas investigaciones, es extremadamente raro que aparezcan problemas de la salud causados por la vacuna en sí. Los eventos adversos se encuentran más a menudo coincidentes en el tiempo con la vacunación y pueden estar completamente ajenos a la misma. A veces están relacionados con la forma en la que la vacuna ha sido almacenada, transportada o administrada.
En casos muy raros donde se sospecha la auténtica reacción adversa o hay una recopilación de los efectos secundarios reportados, la vacuna (o el lote específico) puede estar suspendida del uso. Para determinar qué ha causado el evento exactamente, se realizarán las investigaciones adicionales, y se establecerán las medidas correctivas. La OMS trabaja de forma continua con los fabricantes de las vacunas, autoridades de salud, y otros aliados para monitorear continuamente cualquier problema de seguridad y los efectos secundarios potenciales.